El Cristo de mi camino
Vía crucis escrito por Mons. Vicente F. Zazpe para la Semana Santa de 1980
Las ilustraciones corresponden a pinturas del artista español contemporáneo Fernando Herrera
Fuente: Archivo Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz
Lector:
Yo sé que tus compromisos absorben todo tu tiempo. Sé que en tu agenda ya no tienes casi lugar, ni una hora libre, para un momento de reflexión.
Pero sé también que sientes la imperiosa necesidad de parar un momento... Por eso pensé en ti. Pensé en sugerirte algo breve y fácil.
Cuando vas al trabajo o esperas el ómnibus, ¿por que no piensas un poco en Cristo, en lo que hizo por nosotros, en su camino doloroso y en su cruz, y lo comparas con tu camino, con tu vida? ...
La reflexión sobre lo que Jesús padeció, sobre su vida te darán fuerzas y alientos para empezar un nuevo día o continuarlo.
Que Dios te ayude, amigo.
Mons. Vicente F. Zazpe
Santa Fe, febrero de 1980.
I Jesús es condenado injustamente
Ninguna rebeldía en sus actitudes. Por el contrario, de esa maldad humana hace el mayor acto de amor a su Padre. También yo diariamente puedo ser blanco de pequeñas o grandes injusticias. ¿Seré capaz de aceptar hoy algún contratiempo, algún dolor, alguna injusticia haciendo con ellos un acto de amor a Dios?
¿Qué voy a hacer para reparar las injusticias que yo mismo cometo contra quienes me rodean, con mi familia, o con mis hermanos?
Quiero recordar en este momento las palabras del Evangelio: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso".
Que al recordar, Señor, la condena injusta que Tu sufriste, yo me cuide en no condenar a los demás...
Reflexión: Amar cuando la vida sonríe, es fácil. Pero sonreír cuando la vida se torna difícil es sólo de aquellos que saben amar.
II La cruz es colocada sobre los hombros de Cristo y El debe llevarla hasta el calvario
A pesar de su extrema debilidad, Jesús la recibe.
También yo recibo todos los días una cruz que debo llevar. Y mi cruz no es de madera sino de pequeñas cosas que forman mi día: trabajo, sufrimientos, enfermedades, incomprensiones, cansancio, nerviosismos, etc.
Mirando a Cristo, ¿tendré coraje y fuerza en darle la bienvenida a mi día tal como se presente?
Quiero recordar las palabras del Evangelio: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame".
Para hacerme digno de ti, concédeme Señor el saber aceptar mi cruz de cada día, con amor
Reflexión: El amor que pongo en cada acción es lo que me dará fuerzas para no abandonar mi cruz a la orilla del camino.
III Agotado por la debilidad y por el sufrimiento, Jesús cae.
Muchos brazos se extienden hacia él, pero ninguno para ayudarlo. Son manos de hierro, manos pesadas prontas a golpear...
Muchas veces a lo largo de mi camino me encuentro con personas que sufren, están desalentadas, abatidas por la pobreza y otros sufrimientos...
¿Cuál es mí actitud frente a estos seres que sufren? Los levanto tendiéndoles una mano o soy una piedra más pronta a aplastarlos?
¿Qué haré hoy para levantar al Cristo caído en la persona de aquél que sufre o se encuentra solo?
Señor, todo aquel que camina, cae. Que sepa yo levantarme y ayudar a otros a seguir caminando.
Reflexión: En la medida en que tiendo mis manos para ayudar-a los demás me voy liberando interiormente de mis egoísmos y esclavitudes personales.
IV En el camino hacia el calvario Cristo se encuentra con su madre.
Caminando hacia el Calvario, entre tanto odio y desprecio, Cristo encuentra una mirada de bondad, un corazón lleno de ternura: María, su Madre.
Con esa mirada Cristo se sintió aliviado y renovando sus fuerzas pudo seguir su camino.
Toda persona tiene un camino para recorrer. Y en ese caminar se necesitan muchas veces miradas buenas que alienten a proseguir la marcha. ¿Soy yo una de esas personas que animan a seguir caminando, luchando o sufriendo?
Señor, que yo sea para quienes me rodean una presencia de paz, y un estímulo que aliente a seguir caminando...
Reflexión: Que la bondad haga feliz mi vida.
V Jesús se siente cansado y es ayudado por un hombre también cansado Si esa ayuda hubiera partido de un corazón sincero y que lo amaba, Cristo hubiera sentido algo más que una ayuda física. Hubiera sentido un apoyo moral que vale más que un gesto material.
Y esto pasa diariamente. Muchas personas, sin hablar, me están pidiendo una ayuda, un consuelo, una palabra. Y a veces obro como el Cirineo, un poco forzado por las circunstancias. Y así Cristo puede sufrir una vez más sin recibir el consuelo de mi amor.
En mi familia, en mi comunidad parroquial, en el vecindario, ¿soy capaz de regalar un poco de mi tiempo y de mi amor?
Quiero recordar hoy las palabras del Evangelio: "Tratad a los hombres como queréis que ellos os traten a vosotros. Si amáis a los que os aman, ¿qué méritos tendréis?"
Señor, que yo sepa donar un poco de mi tiempo y de mi amor aquellos que lo necesitan.
Reflexión: Quien es bueno dona alguna cosa; quien ama da lo mejor de sí mismo.
VI Verónica, limpia el rostro ensangrentado de Cristo
La tradición conservó para nuestra reflexión un gesto de bondad y de delicadeza. Verónica, una mujer sin miedo y valiente, venciendo el respeto humano se adelanta para limpiar el rostro ensangrentado de Cristo. Una mirada silenciosa une esos dos corazones que sufren y callan... Verónica, desde aquel momento, se ha convertido en un apóstol. Si hoy encuentro en mi camino a alguien que sufre, ¿tendré como Verónica el coraje de acercarme y secar sus lágrimas, su sudor y ayudarle?
Señor, ayúdame a ser también yo como una Verónica o un Buen Samaritano para quienes me necesiten.
Reflexión: El amor verdadero y creativo nunca pierde la oportunidad para hacer algo útil y bueno.
VII Cristo cae nuevamente bajo el pesado madero de la cruz.
No es ninguna sorpresa ver a Cristo otra vez caído. El pesado madero, la debilidad, el cansancio y el dolor, lo abatieron.
Jesús cayó. Todos los que caminamos, podemos caer. Yo también caigo por causa de mí debilidad, por mi fragilidad, por no saber resistir. Pero, después de alguna falla, si alguien me da una mano, puedo volver a levantarme. ¿Tengo yo esa actitud de bondad y de amor frente al que ha fallado o se encuentra desesperado por su situación?
Oración: Señor, que no me desaliente frente a los fracasos o debilidades, sino que sepa levantarme y siga caminando.
Reflexión: Quien ama, comprende. Quien ama, perdona. Quien ama, ayuda.
VIII En su camino hacia el calvario, Jesús encuentra a algunas mujeres que lloran por él.
Pero Jesús no pide compasión y por eso les dice: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos".
De nada sirve lamentarse por los sufrimientos de otros si no hacemos por ellos algo concreto. Cristo no se sometió a los sufrimientos para aparentar o pedir compasión. Cristo aceptó el dolor y lo amó para enseñarnos que por la cruz y el dolor se llega a la resurrección.
Frente al dolor, lo importante es asumirlo y ayudar a los demás a superar los malos momentos, para que la alegría y el consuelo vuelvan a quienes los necesitan.
Cristo, frente a la viuda de Naim, no se limitó sólo a decirle: "No llores", sino que hizo algo muy concreto por ella, devolviéndole la vida al hijo.
Señor que yo sepa asumir una actitud de fe, amor y esperanza frente a mi dolor y al sufrimiento de los demás.
Reflexión: Dios no necesita de Lágrimas exteriores. Dios me pide un testimonio de fe, esperanza y amor.
IX Por tercera vez Jesús cae bajo el peso de la cruz
Pensando en Cristo maltratado... yo me escandalizo. Pero, escenas semejantes ocurren todos los días. Cuántas veces yo mismo permanezco indiferente frente al sufrimiento de otros que están a mi lado, y me escondo o escabullo por temor a comprometerme y tenderles una mano... Y, ¿cuántas otras veces no habré sido yo mismo causa de caída de otras personas?
Aún recordamos las palabras que Cristo dijo a Saulo en el camino a Damasco: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Y no: "Saulo, Saulo, ¿por qué persigues a los cristianos?..." Porque es una realidad: lo que hacemos al hermano lo estamos haciendo a Dios mismo.
Señor, que no sea yo causa de tropiezo para los demás sino una mano amiga que alivia y levanta.
Reflexión: El verdadero amor- no es un mero sentimiento sino algo que se concretiza en actos de bien.
X Jesús llega al calvario y allí es despojado de sus vestiduras
Jesús termina de recorrer el camino que lo conduce hasta el lugar de su martirio final. Al llegar, es despojado de sus vestiduras ante la mirada angustiada e impotente de su madre. Jesús calla. No se queja ni se altera. Ha aceptado todo esto y por amor.
Yo en cambio, a veces acepto el dolor con los labios y cuando llega me asusto y vuelvo atrás. Me quejo, me altero y levanto mi grito al ciclo.
No así Jesús... A pesar de su condición de Hijo de Dios era también un hombre como yo. Cuando existe amor, es más fácil aceptar el dolor. Si tuviera un poco más de amor tendría mayor fuerza para saber callar y esperar. Tendría más coraje para mirar de frente el sufrimiento y superarlo.
Señor, cuando el dolor me despoje de mi egoísmo y orgullo, que sepa yo llenarme de tu amor.
Reflexión: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos"
XI Cristo es clavado en la cruz y este acto de crueldad lo paga dejándonos su Madre como Madre nuestra
Ha llegado el momento más doloroso de Cristo, ser clavado en la cruz. A pesar de todo el odio y el desprecio, Jesús encuentra palabras de perdón para los responsables de su muerte: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Y para hacer más palpable su perdón y amor nos regalar a su Madre, para que ella nos guíe hacia Dios. "He ahí a tu Madre". Una herencia de perdón y de amor. Cristo perdona, disculpa y dona lo mejor que tiene: su Madre.
No hay otra salida. El que ama de verdad, sabe perdonar, disculpar... Lo dice San Pablo en el himno al amor: "El amor lo soporta todo, todo lo excusa, lo cree todo, todo lo espera, todo lo tolera". Y Cristo perdonó porque amó. Esa es mi vida si me considero un hijo de Dios, un cristiano.
Señor, que yo tenga el coraje de la verdad para que sepa perdonar.
Reflexión: "En esto reconocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros".
XII Cumplida su misión, Jesús entrega su espíritu al Padre.
"Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu". Para un materialista la muerte de Cristo significa el final de un acto. Para un cristiano, la muerte no es el final sino el comienzo de una vida nueva. Con su muerte, Cristo pone fin a una historia sin esperanzas y la humanidad vuelve a renacer. Ahora, la muerte y el dolor se hacen llevaderos porque Cristo los venció.
El cristiano puede mirar con la frente en alto y esperar. Después de la cruz llega la gloria. El dolor de Cristo nos redime, nos hace más humanos y nos lleva a comprender mejor el misterio de Dios.
Señor ayúdame a comprender que morir no es quedar muerto, sino vivir plenamente.
Reflexión: Cristo murió en una cruz. Desde entonces toda cruz es un signo de esperanza.
XIII Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre
Sería una osadía querer medir el dolor de María. Cualquier madre frente a un hijo muerto, sufre. María sufre por la muerte de su Hijo y por otra parte se alegra porque la muerte de su hijo da vida a la nueva Humanidad, a la humanidad redimida. El hijo inocente muere para dar vida y salvar al hijo que estaba perdido. Cristo nos salva muriendo por nosotros. María acepta el dolor de recibir muerto a su Hijo. Y en su Hijo, nacemos o volvemos a vivir todos nosotros.
Señor, que el dolor por quienes amo me lleve a comprender y amar a aquellos que están lejos de mi.
Reflexión: María estuvo de pie frente a la cruz de su Hijo, porque sólo el amor es capaz de aceptar el dolor.
XIV El cuerpo de Jesús es enterrado en un sepulcro prestado por sus amigos
Jesús no tuvo ni siquiera un sepulcro donde descansar. Necesitó de sus amigos para que le prestaran una tumba. Allí fue enterrado esperando la gloriosa resurrección, el final de todo camino doloroso. Pero Jesús, como lo había prometido, no se queda en la tumba fría. Resucita glorioso, dando así un sentido de esperanza a toda muerte.
Como Jesús, no estamos condenados a permanecer muertos sino a vivir para siempre porque Cristo resucitó y nosotros un día también resucitaremos como El.
Nos lo recuerda constantemente San Pablo en sus escritos: "Si Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos".
Oración: Señor, que no tenga miedo de morir porque la muerte es un paso a la Vida que eres Tú.
Reflexión: "Yo soy la resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre".
Oración final
Señor, he llegado al final de este camino doloroso que Tú recorriste.
No sé, Señor, si admirar más tus dolores o el grande amor que has tenido con nosotros los hombres. Sería ridículo que te dijera GRACIAS. Casi no tengo palabras, Señor... y no sé cómo expresarte lo pequeño que me siento frente a tu amor.
Tú me conoces. Sabes como soy. Tú conoces el camino que llevo recorrido. Tú ves mi esfuerzo por querer hacer el bien a pesar de mi debilidad. Sólo quiero decirte una cosa: En mi Via Crucis necesito contar contigo. Quiero ser fiel a la voluntad de Dios sobre mí. Acepto las alegrías y la cruz que me ofreces, pero bien sabes que sólo nada puedo.
Señor, quiero que tú cuentes conmigo.
Pero sobre todas las cosas, yo quiero contar contigo, Señor.