por Mons. Dante Bernacki
(Adaptación)
Las imágenes que ilustran este Via Crucis pertenecen a la Iglesia del Colegio salesiano "Domingo Savio" de Córdoba, Argentina
(Adaptación)
Las imágenes que ilustran este Via Crucis pertenecen a la Iglesia del Colegio salesiano "Domingo Savio" de Córdoba, Argentina
Oración inicial:
Señor Jesús: Venimos a recorrer el camino que tú hiciste con la cruz para salvarnos. Queremos, al pensar en tus sufrimientos, tener dolor de nuestros pecados y el propósito de no ofenderte más. Virgen María, que acompañaste a tu Hijo hasta verle morir en la cruz, ayúdanos a hacer bien, con atención y devoción este ejercicio del vía crucis. Amén.
I JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Pilato prefiere contentar a la multitud y condenar al inocente. Y por amor a todos nosotros aceptas, Señor, ser condenado.
Hay muchos modos de negar la dignidad del prójimo, mediante la difamación y la calumnia. Cada vez que lo hacemos estamos asumiendo nuevamente la actitud de Pilato. Jesús, que aprendamos a tener un corazón misericordioso como el tuyo, siempre dispuesto a perdonar.
II JESÚS CARGA CON LA CRUZ
La Cruz es un instrumento de muerte. Jesús al abrazarla, lo trueca en instrumento de Vida. El árbol del Paraíso, que era para la vida, por el pecado se transformó en causa de muerte. El Árbol de la Cruz, por Cristo, es manantial de Vida para todos los hombres.
Jesús, que cargando la Cruz cargas con nuestras miserias y con nuestros pecados, danos fuerza para apartarnos de todo aquello que nos aleja de ti.
III JESUS CAE POR PRIMERA VEZ
El primer Adán, con su caída, arrastró a toda la humanidad al pecado y
a la muerte. Cristo, el Nuevo Adán, cuando cae por tierra, nos muestra cuánto
valemos para Él, y levantándose, nos anima a no quedarnos en situaciones de
postración y desesperanza.
No nos abandones Jesús, cuando las fuerzas nos faltan. Que tu amor
venga en auxilio de nuestra debilidad.
IV JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
María, la Nueva Eva, hace del camino del Calvario, compasión y
acompañamiento de su Hijo. Él soporta el peso de la Cruz y la angustia de la
Pasión. Ella, con su presencia, mitiga el dolor de Jesús, y asegura su consuelo
en nuestros momentos de sufrimiento.
María, que te sintamos siempre cerca en las aflicciones de nuestras
vidas, para no caer en desesperación.
V EL CIRENEO AYUDA A
LLEVAR LA CRUZ
Simón de Cirene accede a llevar la Cruz. Lo hace obligado por quienes
arrastran a Jesús para matarlo. Quien
ayuda al Maestro, no se imagina que su gesto quedará para siempre en la memoria
de la fe, pues carga sobre sus hombros el signo de la misericordia.
Como el Cireneo, queremos ser auxilio de amor para nuestros hermanos,
y que, cuando necesitemos auxilio en nuestras vidas, tengamos, como Jesús, la
humildad para recibirlo.
VI LA VERÓNICA ENJUGA
EL ROSTRO DE JESÚS
La Verónica, siente en su interior el impulso de la piedad. Realiza la
simple pero valiente obra de enjugar el rostro de Jesús. En el lienzo
quedan grabadas las facciones del Redentor, mientras que en
su alma lleva vivientes las llagas del Señor.
Que seamos capaces, Señor, de acercarnos a quienes nos necesitan, para
que enjuguemos tu rostro tendiendo una mano a quienes sufren.
VII JESÚS CAE POR
SEGUNDA VEZ
Por segunda vez cae el Señor. Necesitamos, Jesús, que te levantes
nuevamente: abismos en nuestros caminos nunca van a faltar, pero sabemos que
con el auxilio de tu gracia nos
sostendrás en nuestra vacilación.
Danos Jesús la fortaleza, virtud indispensable para no bajar nuestros
brazos, especialmente cuando aparecen las dificultades.
VIII JESÚS CONSUELA A
LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Necesitando de consuelo, es Jesús quien toma la iniciativa de consolar
a las mujeres que lloran desoladas. Su gesto lleva serenidad a sus miserias y a
las de los hijos y bendice con amor sus lágrimas.
La misericordia se vuelca en manantial de amor para con aquellas
madres que se conduelen en el camino de la Cruz.
Corazón de Jesús, que seamos compasivos con aquellos que encontramos
heridos en nuestro camino.
IX JESÚS CAE POR
TERCERA VEZ
Nuevamente contemplamos por tierra la Santísima Humanidad del Señor:
quiere llegar hasta la humillación total, hasta la muerte y muerte de Cruz.
Bendice con su Sangre el polvo de la tierra, y con el dolor de la caída,
dulcifica el acoso de nuestros dolores.
Señor, concede a nuestras caídas la gracia necesaria para poder superarlas
en fidelidad y amor. Que tengamos esperanza, especialmente cuando sintamos el
cansancio y la desazón.
X JESÚS ES
DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
El Señor asume nuestra naturaleza herida, desnuda y humillada por el
pecado. Su desnudez, es garantía de la vestidura de la gracia que el Padre
celestial nos devuelve. Su humillación, es signo de la elevación del hombre
sobre su nada y miseria.
Señor Jesús, que no nos dejemos vencer por las humillaciones en
nuestra vida, antes bien, que hagamos de ellas instrumento para unirnos a tu
Pasión.
XI JESÚS ES CLAVADO
EN LA CRUZ
El desenlace de la ignominia tiene lugar en el momento en que los
martillos caen sobre los clavos que traspasan el cuerpo de Jesús. Su humanidad
y su Cruz, forman una sola realidad, la del desposorio del Amor de Jesús con su
Esposa la Iglesia. Elevado sobre la tierra, fijo al madero, atrae a todos hacia
Él. Tus manos misericordiosas, quedan fijadas en el abrazo sacrificial del
Amor, invitando a todos al divino perdón.
XII JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Todo se ha cumplido. Él agotó el cáliz de la pasión, ahora despunta el
día de la Salvación. Su vida, apagada temporalmente, enciende la llama eterna
del perdón. Satanás, el pecado y la muerte son vencidos por el sacrificio
redentor.
XIII EL CUERPO DE
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE
En brazos de la Madre está su Humanidad abatida, pero en el rostro
dolorido de María destella la seguridad de la esperanza de la Pascua.
Jesús, cuando el agobio en nuestro peregrinar se haga presente, que
sea la esperanza, regalo de tu amor, la que nos siga sosteniendo.
XIV EL CUERPO DE
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Junto a tu sepulcro, el Corazón de tu Madre está velando. La Iglesia
expectante espera el momento de tu resurrección. Poco falta para que en la
oscuridad del sepulcro, destelle rutilante la luz de la gloria.